Estamos rodeados de elementos sintéticos. Da igual hacia dónde miremos, siempre encontraremos objetos creados por el hombre para satisfacer nuestras necesidades. Entre toda esta vorágine, quiero concentrarme en el sector alimenticio. Intento cocinar lo más natural posible, sin comprar comida precocinada, pero cada vez que voy al supermercado, encuentro más y más productos sintéticos.
Y es verdad que la vida de hoy lo requiere, sobre todo en las ciudades, donde todo acontece frenéticamente. Casi no tenemos tiempo ni para ir al baño, entre trabajo (quien lo tenga), estudios, familia, salir con los amigos... ¿y dónde se queda el buen comer? Todos deberíamos intentar llevar una dieta saludable, a base de productos naturales.
Sí, sí, en la teoría somos todos
perfectos, pero en la práctica... una llega al súper pensando que tiene
que comprar solo lo justo y además, que sea natural y sano, pero luego
llego a la sección de los dulces y me vuelvo loca. Casi paso tapándome
la cara entera para no ver ni un solo bollito, pero luego me engaño a mí
misma diciendo que solo quiero mirar para comprar cosas que me sirvan
para decorar cupcakes pero, seamos francos... todavía no he decorado ni
un solo cupcake con un trozo de kit kat, ni con un lacasito... Todo ha
acabado en mi dulce barriguita y la pobrecilla no para de crecer... En
fin.
El
caso es que entre todos los dulces del súper que piden a gritos ser
comprados por gente débil como yo, encontré un paquete de preparado para
cupcakes con crema de chocolate. Oh my God!!! No pude resistirme. No
soy partidaria de los preparados porque prefiero saber qué estoy
comiendo y no me siento bien del todo haciendo "trampas" pero, inspirada
en la serie americana que me tiene loca 2Broke Girls, quise hacer un
homenaje a su protagonista repostera y sí, lo compré... y sí, lo hice.
La
verdad es que es bastante sencillo. Sólo hay que añadir un par de
huevos y leche, unirlo todo bien y al horno. Con la crema de chocolate,
con un poco de leche en los polvitos vale. Hombre, sale
más barato haciéndolo una misma, pero no es mala idea tener un
paquetito de estos en la despensa para cualquier visita inesperada.
Se pasaron un poco de tiempo en el armario de la cocina, esperando a una ocasión algo especial, o por lo menos, esperando a no tener que comerlos todos entre Piero y yo. Así que aprovechando que vinieron mis padres el pasado fin de semana, decidí prepararlos para la merienda.
¡Menudo éxito! Y no duraron nada...