jueves, 30 de agosto de 2012

Vuelta al cole


El verano llega a su fin. Sí, suena totalmente a tópico y no me gusta usar expresiones de este tipo (como los noticieros deportivos...) pero agosto se va y ya empieza a asomar don otoño por una rendijita. Se nota que se van acortando los días y empieza a refrescar, sobre todo aquí en Burgos (se dice que sólo hay dos estaciones, la de invierno y la del tren...).

Llevaba un montón de tiempo sin escribir nada. La verdad es que me he dado unas buenas vacaciones. Lo más bonito, los diez días en el campamento con un montón de gente divertida y solidaria. Sin duda, he aprendido muchas cosas. Como resumen, quería compartir alguna foto.


Mi mejor foto del año



He conseguido desconectar de muchas cosas aunque ahora que vuelvo poco a poco a la rutina, parece que la realidad me quiere dar alguna que otra bofetada. Supongo que habrá que tener paciencia y esperar a que todo vuelva al equilibrio. En algún momento se solucionará, no?
De momento, no me queda más remedio que seguir adelante e intentar mirar al mundo con otros ojos. 

Por eso, os quería contar que he vuelto a hacer de las mías... Durante las vacaciones, he querido sorprender a la familia italiana con la ya famosa tarta de tres chocolates. Para ello necesitaba cuajada, pero como no había forma de encontrarla allí, decidí usar gelatina. 
Pero, ¡oh! Tampoco encontré gelatina en polvo, así que tuve que usar gelatina en lámina o cola de pescado. No entiendo ese segundo nombre, la verdad. Es que no se parece en nada a la cola de un pescado, vamos, para nada! 

El caso es que era la primera vez que la usaba y bueno, no acerté bien. En mi defensa, voy a decir que tampoco en el envase venían instrucciones acerca de las cantidades necesarias por litro. Empecé con la crema de chocolate blanco. Creo que me pasé mil pueblos con la leche, porque no había forma de que cuajase. Así que en vez de tirarlo, lo dejé apartado y lo metí más tarde en el congelador. Es que me da tanta pena tirar las cosas... Después, preparé las otras dos cremas, bastante desilusionada, la verdad, pero aún así lo hice, porque total, ya tenía preparado el molde con la base de galletas y mi sobrinilla no paraba de preguntarme cuándo estaría lista. Así que en resumen, preparé una tarta de dos chocolates. Al día siguiente, la saqué de la nevera después de comer y me dio por mirar el chocolate blanco del congelador. Para mi sorpresa, descubrí que había cuajado casi perfectamente y tenía una textura bastante cremosita, como de nata, pero con sabor a chocolate blanco, así que decidimos servir una porción de tarta de chocolate con otra de la crema blanca. El resultado, el que veis en la foto. El sabor, indescriptible!!